miércoles, 20 de octubre de 2010

El obispo Arana retaba a los torturados

La ex alumna de la Universidad Tecnológica Nacional de General Pico,  Rosalind Gancedo reivindicó la militancia social en esa casa de estudios. Le apuntó a cuatro de los acusados: Fiorucci, Cenizo, Aguilera y Reinhart, y además confirmó  que el entonces obispo Adolfo Arana estuvo dos veces con ella en su celda.

Gancedo recordó que su primera detención se produjo en enero de 1975. “Fuimos perseguidos e intimidados en General Pico, tanto en la facultad, en la calle o en mi propia casa. Fui detenida por la policía de Pico a la que acompañaba en el patrullero (el entonces diputado nacional del PJ) Carlos Aragonés. Dijo 'esta persona es de la facultad, hay que detenerla'. Me subieron al auto y me llevaron a la comisaría por alterar el orden público y el buen nombre de las personas, y se refería a él (por Aragonés)".

Relató que el 24 de marzo del 76 fue nuevamente demorada junto a sus hermanos y Raquel Barabaschi (con quienes vivía) durante algunas horas en la Seccional Primera piquense. Regresó a su casa, pero durante la noche fue nuevamente apresada, y esta vez su destino fue Santa Rosa. Fue llevada junto a Zelma Rivoira, Rosa Audisio y otros detenidos en un camión del Ejército hasta la Seccional Primera de Santa Rosa y alojada en una celda junto con Mireya Regazzoli.

"Antes de mi primera declaración recuerdo que ingresó Fiorucci con el obispo de La Pampa, me preguntó qué es lo que necesitaba. La libertad, le dije. Y me dice que si me hubiera portado bien no estaría en esa situación". Días después, cuando ya la habían interrogado, Arana volvió a la celda, pero no quiso hablar con él.

"Me lleva una celadora, Elsa, a una oficina chiquita, me coloca las esposas y me venda. Me deja en una habitación, parada. Nadie se me acerca, hasta que luego de bastante tiempo preguntan en tono amenazante por libros marxistas, por mi ideología marxista-leninista, me dicen que no somos personas, que yo no era mujer. Eran preguntas incoherentes, y me decían que ya habían confesado Raquel, Rosa, mi hermano".

"Eran ocho personas, porque había voces diferentes y pasos. La persona que me hablaba, me tiraba el aliento sobre la cara, en la venda, tenía olor a whisky, un olor desagradable. Me apuntan un arma en la cabeza y me empezaron a preguntar otra vez por las armas. El que tenía olor a whisky y voz fina, ahora sé que es Reinhart", dijo Gancedo.

"Yo contestaba sin miedo al principio, pero este Reinhart se me puso muy cerca y me dice mirá que nosotros te podemos matar, y me pusieron el arma en la cabeza. A partir de ahí comencé a tener miedo", declaró. La mujer afirmó que no le pegaron ni la picanearon.

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