Cuando Luis Baraldini partió en noviembre de 1979 hacia Bolivia como agregado militar en la embajada argentina no era un destino más. Ese traslado estaba enlazado con dos acciones clave de la dictadura militar: el freno a un proceso democrático en Bolivia en el marco del Plan Cóndor; y la preparación del apoyo a los contra nicaragüenses, una acción conjunta de la Junta Militar y la CIA norteamericana para derrotar al gobierno sandinista de Daniel Ortega que había derrocado al dictador Anastasio Somoza.
Baraldini viajó hacia Bolivia en un momento caliente. Fue en el marco del Plan Cóndor, en un resurgir de la izquierda en Bolivia. El 17 de julio de 1980 -unos meses después que llegara Baraldini en un contingente de entre 100 y 200 militares argentinos aportados al Ejército boliviano- se produjo el golpe contra la presidenta Lidia Gueiler, elegida por la Asamblea Legislativa Boliviana.
Ese día en un brutal ataque a la Central Obrera Boliviana (COB) en La Paz, fue asesinado el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, cuyo cuerpo ahora sus familiares reclaman.
El periodista Rogelio García Lupo (Zona, Clarín, 24/03/2006) revela que en ese operativo participaron militares que hablaban “como argentinos” según testimoniaron sobrevivientes del ataque. Los informes desclasificados de la embajada de Estados Unidos en La Paz también revelan esa colaboración de los militares argentinos.
Se desató una represión brutal en Bolivia. En La Paz y Santa Cruz de la Sierra comenzaron los secuestros y la desaparición de personas, los métodos que aplicaron los argentinos durante la dictadura militar. También en las calles de La Paz y Santa Cruz aparecieron técnicas utilizadas por el Grupo de Tareas que comandó Baraldini en La Pampa: la utilización de una ambulancia, con represores, para secuestrar militantes obreros y políticos, y dirigentes indígenas. Ese método se utilizó en muchas oportunidades en la subzona 14: una camioneta carrozada, con apariencia de ambulancia. Este fue el método utilizado para trasladar a la maestra María Zulema Arizu, una de las víctimas de Luis Baraldini, chupada en la escuela Hogar de Algarrobo del Águila. En ese operativo participaron los ex oficiales Hugo Marenchino (el puntero de Carlos Verna en Eduardo Castex) y Luis Lucero.
“Eran comandos que secuestraban personas en pleno día y a menudo las torturaban dentro de ambulancias en movimiento que recorrían las calles de La Paz haciendo sonar las sirenas para provocar pánico”, relata Rogelio García Lupo.
Un papelón internacional
La actuación de los militares argentinos en Bolivia terminó en un escándalo. Fue el final de la “Narcodictadura” del general Luis García Meza con quien Luis Baraldini compartía además de los métodos de tortura, largas jornadas de equitación, el deporte preferido del dictador. Baraldini era del arma de Caballería.
Dice García Lupo: “La situación estaba descomponiéndose aceleradamente. A principios de 1982 la Marina argentina envió a un capitán de navío con la misión de producir un informe sobre la actividad de los argentinos. Había una grave denuncia sobre el saqueo de la cocaína decomisada y almacenada en el tesoro del Banco Central de La Paz y la investigación comprometía a los argentinos. La Fuerza Aérea, por su parte, ahora había establecido vigilancia sobre los vuelos de retorno de los aviones que transportaban desde nuestro país las raciones para alimentación de las fuerzas especiales. En esos aviones de regreso a Buenos Aires también viajaban narcotraficantes bolivianos y colombianos, por lo general acompañados por equipajes muy pesados que desaparecían junto con sus dueños en el sector militar del Aeroparque”.
La fecha, principios de 1982, coincide con el retorno de Baraldini a la Argentina.
Uno de los militares destinados en Bolivia junto a Baraldini fue el mayor Jorge Mones Ruiz. Compartieron después el alzamiento carapintada del 3 de diciembre de 1990 contra el ex presidente Carlos Menem que encabezó Mohamed Alí Seineldín. Baraldini era jefe del Regimiento de Palermo donde se produjeron varias muertes.
En el año 2009, el gobierno de Evo Morales reveló que Baraldini y Mones Ruiz participarían de una conspiración contra el gobierno boliviano. El pasado 16 de abril de 2009 en el Hotel de las Américas de Santa Cruz de la Sierra en un operativo fueron muertos tres hombres, fuertemente armados. Otros dos fueron detenidos y otro se dio a la fuga.
Uno de los detenidos reveló el plan para asesinar a Evo Morales. Entre los muertos en un tiroteo está el boliviano-húngaro-croata Eduardo Rózsa Flores. En un video difundido después de su muerte revela los planes de armar milicias de “defensa” en Bolivia.
“El Gobierno boliviano también le trasmitió al argentino que Baraldini, Mones Ruiz y otra decena de carapintadas tendrían su centro de actuación en el norteño departamento de Beni. El gobierno boliviano cifró a los carapintadas en 11, como los jugadores de un equipo de fútbol, pero expertos locales aseguran que son un poco más, acaso 14. Ambas fuentes coinciden en que los argentinos fueron convocados como instructores militares de milicias por empresarios y terratenientes de Santa Cruz, preocupados tanto por la posibilidad de que campesinos sin tierra e indígenas apoyados por el MAS ocupen tierras fiscales o haciendas improductivas o latifundios hoy en su poder, como por la posibilidad de ser detenidos y enjuiciados por sus actividades. Como ya le pasó al prefecto Leopoldo Fernández a causa de la “Masacre del Porvenir”, el asesinato de 18 campesinos aymaras en el departamento de Pando ocurrido en septiembre pasado, justo antes del regreso de Rózsa Flores”, informa el periodista Juan Salinas en la revista Zoom.
Baraldini viajó hacia Bolivia en un momento caliente. Fue en el marco del Plan Cóndor, en un resurgir de la izquierda en Bolivia. El 17 de julio de 1980 -unos meses después que llegara Baraldini en un contingente de entre 100 y 200 militares argentinos aportados al Ejército boliviano- se produjo el golpe contra la presidenta Lidia Gueiler, elegida por la Asamblea Legislativa Boliviana.
Ese día en un brutal ataque a la Central Obrera Boliviana (COB) en La Paz, fue asesinado el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, cuyo cuerpo ahora sus familiares reclaman.
El periodista Rogelio García Lupo (Zona, Clarín, 24/03/2006) revela que en ese operativo participaron militares que hablaban “como argentinos” según testimoniaron sobrevivientes del ataque. Los informes desclasificados de la embajada de Estados Unidos en La Paz también revelan esa colaboración de los militares argentinos.
Se desató una represión brutal en Bolivia. En La Paz y Santa Cruz de la Sierra comenzaron los secuestros y la desaparición de personas, los métodos que aplicaron los argentinos durante la dictadura militar. También en las calles de La Paz y Santa Cruz aparecieron técnicas utilizadas por el Grupo de Tareas que comandó Baraldini en La Pampa: la utilización de una ambulancia, con represores, para secuestrar militantes obreros y políticos, y dirigentes indígenas. Ese método se utilizó en muchas oportunidades en la subzona 14: una camioneta carrozada, con apariencia de ambulancia. Este fue el método utilizado para trasladar a la maestra María Zulema Arizu, una de las víctimas de Luis Baraldini, chupada en la escuela Hogar de Algarrobo del Águila. En ese operativo participaron los ex oficiales Hugo Marenchino (el puntero de Carlos Verna en Eduardo Castex) y Luis Lucero.
“Eran comandos que secuestraban personas en pleno día y a menudo las torturaban dentro de ambulancias en movimiento que recorrían las calles de La Paz haciendo sonar las sirenas para provocar pánico”, relata Rogelio García Lupo.
Un papelón internacional
La actuación de los militares argentinos en Bolivia terminó en un escándalo. Fue el final de la “Narcodictadura” del general Luis García Meza con quien Luis Baraldini compartía además de los métodos de tortura, largas jornadas de equitación, el deporte preferido del dictador. Baraldini era del arma de Caballería.
Dice García Lupo: “La situación estaba descomponiéndose aceleradamente. A principios de 1982 la Marina argentina envió a un capitán de navío con la misión de producir un informe sobre la actividad de los argentinos. Había una grave denuncia sobre el saqueo de la cocaína decomisada y almacenada en el tesoro del Banco Central de La Paz y la investigación comprometía a los argentinos. La Fuerza Aérea, por su parte, ahora había establecido vigilancia sobre los vuelos de retorno de los aviones que transportaban desde nuestro país las raciones para alimentación de las fuerzas especiales. En esos aviones de regreso a Buenos Aires también viajaban narcotraficantes bolivianos y colombianos, por lo general acompañados por equipajes muy pesados que desaparecían junto con sus dueños en el sector militar del Aeroparque”.
La fecha, principios de 1982, coincide con el retorno de Baraldini a la Argentina.
Uno de los militares destinados en Bolivia junto a Baraldini fue el mayor Jorge Mones Ruiz. Compartieron después el alzamiento carapintada del 3 de diciembre de 1990 contra el ex presidente Carlos Menem que encabezó Mohamed Alí Seineldín. Baraldini era jefe del Regimiento de Palermo donde se produjeron varias muertes.
En el año 2009, el gobierno de Evo Morales reveló que Baraldini y Mones Ruiz participarían de una conspiración contra el gobierno boliviano. El pasado 16 de abril de 2009 en el Hotel de las Américas de Santa Cruz de la Sierra en un operativo fueron muertos tres hombres, fuertemente armados. Otros dos fueron detenidos y otro se dio a la fuga.
Uno de los detenidos reveló el plan para asesinar a Evo Morales. Entre los muertos en un tiroteo está el boliviano-húngaro-croata Eduardo Rózsa Flores. En un video difundido después de su muerte revela los planes de armar milicias de “defensa” en Bolivia.
“El Gobierno boliviano también le trasmitió al argentino que Baraldini, Mones Ruiz y otra decena de carapintadas tendrían su centro de actuación en el norteño departamento de Beni. El gobierno boliviano cifró a los carapintadas en 11, como los jugadores de un equipo de fútbol, pero expertos locales aseguran que son un poco más, acaso 14. Ambas fuentes coinciden en que los argentinos fueron convocados como instructores militares de milicias por empresarios y terratenientes de Santa Cruz, preocupados tanto por la posibilidad de que campesinos sin tierra e indígenas apoyados por el MAS ocupen tierras fiscales o haciendas improductivas o latifundios hoy en su poder, como por la posibilidad de ser detenidos y enjuiciados por sus actividades. Como ya le pasó al prefecto Leopoldo Fernández a causa de la “Masacre del Porvenir”, el asesinato de 18 campesinos aymaras en el departamento de Pando ocurrido en septiembre pasado, justo antes del regreso de Rózsa Flores”, informa el periodista Juan Salinas en la revista Zoom.
Por Gustavo Laurnagaray
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