lunes, 16 de agosto de 2010

"Camps armó la lista de detenidos", testimonio del ex detenido Nelson Nicoletti

El periodista y por entonces director del diario La Capital y secretario del Sindicato de Prensa, Nelson Nicoletti,  identificó al represor Roberto Fiorucci como quien en la noche del  23 de marzo de 1976, horas antes del golpe,  lo detuvo en la redacción del diario, y acusó al anterior jefe de la Subzona 12, Ramón Camps de su detención.
“Él dejó la lista completa, por eso pudo ser antes. Se trató de un plan perfectamente constatable. No fue casualidad que detuvieran a Raulito (D´Atri, periodista de La Arena), a Saúl (Santesteban) y a mí. Incluso en 1978, en un congreso nacional clandestino del gremio, faltaban siete secretarios generales y otros aún estaban detenidos", declaró.
Tranquilo, aunque por momentos visiblemente emocionado, se extrañó de que los represores “no digan lo que pasó, como lo decimos los de este lado", y agregó que le producía una gran decepción “que la justicia no haya estado a la altura del requerimiento de los ciudadanos porque no han juzgado el golpe a la democracia".

"Me causa desazón que no estén acá personas que fueron responsables de instituir el terrorismo de estado en La Pampa, como Camps, Iriart, (el gobernador de facto Carlos Enrique) Aguirre y Baraldini", sostuvo el testigo, según publica el diario La Arena.
Según su relato, en la Unidad 4 vivió "un régimen carcelario, pero humano" junto al director de La Arena, Saúl Santesteban, el ex diputado Roberto Gil, el ex ministro Santiago Covella, Hermes Accátoli, Mireya Regazzoli, Miguel Maldonado, Nicolás Navarro y José Mendizábal, entre otros. Gil, Accátoli y Covella le contaron de los maltratados recibidos en la Seccional Primera.
Nicoletti y otros pampeanos fueron trasladados de Santa Rosa al penal de Rawson. Voló esposado con Covella, y en un momento presintió “que tiraron desde el avión a una persona”. Recordó que allí se bañaban  con agua fría en la ducha que estaba en la terraza. "Por esa ducha Agustín Tosco contrajo el asma que lo llevó a la muerte", remarcó.
Quedó en libertad recién e 16 de noviembre del mismo año, “creo que fui el primero de mi pabellón que siguió con vida", aclaró, y agregó que de regreso a la ciudad Iriart lo mandó a llamar y le preguntó "si era tonto o estúpido" y por qué no se iba del país, una posibilidad que tenían los que habían estado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Durante tres años vivió bajo un régimen de "libertad vigilada" y debió presentarse periódicamente a la oficina de Inteligencia del Ejército que funcionaba en la calle Quintana.
El periodista indicó que las detenciones ya se practicaban desde el gobierno de Isabel Perón -"veníamos zafando, hasta que no zafamos más" -argumentó-, y que su correlato fue un decreto del gobernador José Aquiles Regazzoli colocando a la Policía bajo el mando del Ejército. "Había una matriz, un modelo", graficó. Junto a Regazzoli y su hija Zelmira enjuiciaron al Ejército y al Estado Nacional por sus detenciones, pero la causa fue archivada.

En primerísima persona contó que "un preso necesita sentir culpa para que le cierre la vida", en alusión a que nunca supo qué había hecho y porqué estuvo detenido. Para consolarse, autojustificó su detención en su militancia política y en su rechazo al golpe. Esa situación de limbo judicial, afirmó, es una clase de tortura extrema. "En charlas de presos llegué a decir que hubiera firmado una sentencia a 10 años a cambio de haber accedido a un juez".
 "(Los represores) tienen que hacerse cargo de sus tropelías, aunque hayan pasado 34 años. Esto no se cierra si no es con justicia", finalizó, no sin antes admitir que le dolía “que se vapulee a la Iglesia. Es cierto que fue cómplice (de la dictadura), pero otros sectores se mostraron comprometidos, buscando como nosotros un mundo mejor", concluyó.

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