"Todos los que están aquí torturaron... y faltan algunos". Con esa respuesta Zelmira Mireya Regazzoli involucró a los nueve imputados de la causa de la Subzona 14, a Greppi, Constantino, Aguilera, Fiorucci, Reta, Reinhart, Yorio, Cenizo y Marenchino. También sumó a otros dos policías, Oscar "Miseria" López y Dionisio Gualpas, que no están involucrados en la investigación penal.
Zelmira, o Miyi, era la hija del gobernador José Aquiles Regazzoli cuando el 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe. Ella estuvo detenida ilegalmente en la Seccional Primera, en la Brigada de Investigaciones y en la cárcel porteña de Devoto. En 1977 resolvió irse del país, cuando una vez liberada y regresada a Santa Rosa, el militar Juan José Amarante le dijo: "Seguí así, que el Río de la Plata es ancho y negro". Por ello, en su testimonio preguntó varias veces porque Amarante no es juzgado. Le dijeron que murió. Igual habían sido beneficiado con la falta de mérito.
Reveló un detalle curioso: "Yo era docente en el bachillerato nocturno y cuando me ingresaron a la Seccional Primera encontré a alumnos a los que la noche anterior les había dado clase", como el caso de Yorio y un tal "subcomisario Martiní". Respecto a dorio contó que un día éste le preguntó socarronamente "¿cómo le va profesora?" y ella respondió "a mi muy bien". El retrucó: "No se olvide que está presa". "Le recordé que le había enseñado que ni los barrotes ni las puertas pueden encerrar los pensamientos. Pero ellos no escatimaban momentos para hacerle sentir a uno dónde estaba", remarcó.
Ella no fue torturada, pero fue obligada a ver sesiones de torturas y "manoseos" en la Primera. "Fue una masacre. ¿Por qué me hicieron eso? Para intentar quebrarme", afirmó. También contó que, a través de sus padres, le pidió al obispo Adolfo Arana que frenara los tormentos. No tuvo respuesta.
Respecto a esas torturas contó como una noche vio que a Clemente Bedis y Julián Flores "los ataron al paragolpes de un auto y los llevaron a dar una vuelta alrededor de la comisaría. Aún hoy escucho sus gritos penetrando en mis oídos. Los habían arrastrado y, encima, después los torturaron", agregó que “con (Raquel) Barabaschi se ensañaron, querían que ella, (Rosa) Audisio y una tercera estudiante confesaran un crimen cuando la verdad era que el sereno del aeropuerto que se está construyendo en General Pico estaba de copas, se le cayó un calentador y se incendió el lugar".
"Hasta el día de hoy no puedo olvidarme al Cholo (Santiago) Covella, semejante hombrón (sic), chorreando sangre y a (el policía Ramón del Valle) Carra baldeando la comisaría". Y de Hermes Accátoli y Roberto Gil expresó que "eran albóndigas sangrantes de tanta picana". En ese listado de víctimas incluyó a Nery Greta Sanders de Trucchi, Avelino Cisneros y al fallecido Justo Ivalor Roma.
"¡No puedo decir cómo torturaban a (Héctor) Zolecio! Volvía ensangrentado -acotó-. ¿Por qué lo hacían? Porque querían saber de las vacas y los campos de mi padre. Por eso nunca lo voy a perdonar a (Roberto) Fiorucci. El vivía a la vuelta de mi casa y sabiendo que no teníamos ni vacas ni campos le preguntaba por eso. Fue una constante en los interrogatorios. También le preguntaban dónde estaba un documento. Ni yo supe decirle a Zolecio de qué documento hablaban. Hace un año supe que se trataba de un mástil de oro de tres kilos de una colecta en el 53 o 54 para hacerle un monumento a Eva Perón. Los militares se lo terminaron robando", indicó.
Sobre Reinhart la ex embajadora lanzó una frase impactante: "Para nosotros siempre fue Reinar (sic), resulta que ahora es Reijnart (arrastrando la jota). Reinhart se daba fuerza para torturar tomando whisky".
Más adelante en su relato, recordó que “en General Pico, un grupo de abogados prometió que pagándoles 2.000 pesos nos sacaban de la cárcel. Nadie pagó, excepto una persona que quedó libre" y recordó que n un momento por problemas de salud debió ser atendida; pero no la trasladaron al hospital ni a las clínicas privadas porque "hubiera sido un escándalo" tratándose de la hija del gobernador. La derivaron a la Unidad 13. "No tenía una sola parte del cuerpo sin moretones. Había perdido 10 kilos en cinco horas", detalló. Ricardo Felgueras (médico y luego diputado nacional del radicalismo), un amigo suyo, no la quiso recibir. "Llorando le dije: Coco, recibime, porque ahora se acaban las torturas". Y la recibió.
Mireya habló de su salida de Devoto, "éramos 28 mujeres y el agua caliente alcanzaba para siete; si alguien cree que eso no es una tortura, que la vaya a pasar", argumentó, y agregó que el día de su liberación la pasearon toda la madrugada en un vehículo. Ella sólo llevaba una Biblia. Padeció tres simulacros de fusilamiento. Al final la dejaron llamar a un amigo de Buenos Aires y la subieron a un taxi ("pensé que me habían boleta"). Como vio el decreto con su orden de libertad y en el mismo texto aparecía el nombre de Nelson Nicoletti, le avisó a su marido, Víctor Vlasich, para que los familiares del periodista vayan a buscarlo al penal de Rawson.
Sobre las torturas a su hermano, recordó que a él “le pegaron tanto, tanto" en los 35 días que estuvo detenido, y señaló como sus golpeadores a Cenizo, Gualpas y "El Miseria" López. “Estaban todos, y algunos faltan. Aguilera se me acercó y sentí su aliento en la nuca. Me dijo: "qué linda que estás". Todavía hoy se me revuelve el estómago.
Asimismo, en una parte de su testimonio, Regazzoli indicó que “los militares no salen a hacerse cargo de un gobierno si los civiles no van a golpear las puertas", y entregó al tribunal una copia del decreto reservado 76 del 6 de abril de 1976, en el que se nombra al actual gobernador Oscar Mario Jorge como director del Banco de La Pampa, apenas 13 días después del golpe militar que derrocó a su padre en la gobernación. También incluye otras designaciones.
"Jorge había sido contador general de la Gobernación y Molteni, ministro de Gobierno, y el 6 de abril ya estaban jurando por el Proceso de Reorganización Nacional", remarcó indignada la testigo y agregó que el entonces vicegobernador Ruben Marín “se reunía con Camps”.
Cuando regresó a Santa Rosa a fines de 1976, le ordenaron presentarse ante el jefe de la Subzona 14, Fabio Iriart, quien abrió un cajón, le mostró cuatro carpetas y le dijo que leyera. "Estaban las cinco firmas que llevaron a mi detención porque según ellos era una guerrillera peligrosa (sic). Yo las conocía. Eran reales, no falsificadas". ¿Los nombres? María Elena Torales, la tía Nené (asesora política del gobierno regazzolista), Rubén Hugo Marín (vicegobernador), Carlos Aragonés (diputado nacional), Ricardo Telleriarte (futuro gobernador del proceso militar) y Ricardo Enrique Del Blanco (diputado provincial).
"Nunca entendí lo de la tía Nené y lo del Del Blanco. Tampoco lo de Telleriarte, porque éramos compañeros en el bachillerato nocturno y nuestro hijos iban juntos al colegio. Y Marín, tanto daño le hizo a la familia...No pudieron ser tan irresponsables. Camps se reunía semanalmente en la Legislatura con Marín, Aragonés y Torales. Ellos proporcionaron los nombres de quiénes debían ir presos. Algunos se salvaron, como (Oscar) 'Sangre' Santamarina y La Negra Alvarado", acusó.
"Los civiles fueron tan responsables como los militares y esta cúpula policial que fue entrenada para torturar, vejar y amilanar a los funcionarios del gobierno de mi padre", concluyó, una denuncia sobre los colaboracionistas civiles que ella misma ha presentado en la justicia federal porteña. La causa abierta que está a cargo del juez Daniel Rafecas.
Zelmira, o Miyi, era la hija del gobernador José Aquiles Regazzoli cuando el 24 de marzo de 1976 se produjo el golpe. Ella estuvo detenida ilegalmente en la Seccional Primera, en la Brigada de Investigaciones y en la cárcel porteña de Devoto. En 1977 resolvió irse del país, cuando una vez liberada y regresada a Santa Rosa, el militar Juan José Amarante le dijo: "Seguí así, que el Río de la Plata es ancho y negro". Por ello, en su testimonio preguntó varias veces porque Amarante no es juzgado. Le dijeron que murió. Igual habían sido beneficiado con la falta de mérito.
Reveló un detalle curioso: "Yo era docente en el bachillerato nocturno y cuando me ingresaron a la Seccional Primera encontré a alumnos a los que la noche anterior les había dado clase", como el caso de Yorio y un tal "subcomisario Martiní". Respecto a dorio contó que un día éste le preguntó socarronamente "¿cómo le va profesora?" y ella respondió "a mi muy bien". El retrucó: "No se olvide que está presa". "Le recordé que le había enseñado que ni los barrotes ni las puertas pueden encerrar los pensamientos. Pero ellos no escatimaban momentos para hacerle sentir a uno dónde estaba", remarcó.
Ella no fue torturada, pero fue obligada a ver sesiones de torturas y "manoseos" en la Primera. "Fue una masacre. ¿Por qué me hicieron eso? Para intentar quebrarme", afirmó. También contó que, a través de sus padres, le pidió al obispo Adolfo Arana que frenara los tormentos. No tuvo respuesta.
Respecto a esas torturas contó como una noche vio que a Clemente Bedis y Julián Flores "los ataron al paragolpes de un auto y los llevaron a dar una vuelta alrededor de la comisaría. Aún hoy escucho sus gritos penetrando en mis oídos. Los habían arrastrado y, encima, después los torturaron", agregó que “con (Raquel) Barabaschi se ensañaron, querían que ella, (Rosa) Audisio y una tercera estudiante confesaran un crimen cuando la verdad era que el sereno del aeropuerto que se está construyendo en General Pico estaba de copas, se le cayó un calentador y se incendió el lugar".
"Hasta el día de hoy no puedo olvidarme al Cholo (Santiago) Covella, semejante hombrón (sic), chorreando sangre y a (el policía Ramón del Valle) Carra baldeando la comisaría". Y de Hermes Accátoli y Roberto Gil expresó que "eran albóndigas sangrantes de tanta picana". En ese listado de víctimas incluyó a Nery Greta Sanders de Trucchi, Avelino Cisneros y al fallecido Justo Ivalor Roma.
"¡No puedo decir cómo torturaban a (Héctor) Zolecio! Volvía ensangrentado -acotó-. ¿Por qué lo hacían? Porque querían saber de las vacas y los campos de mi padre. Por eso nunca lo voy a perdonar a (Roberto) Fiorucci. El vivía a la vuelta de mi casa y sabiendo que no teníamos ni vacas ni campos le preguntaba por eso. Fue una constante en los interrogatorios. También le preguntaban dónde estaba un documento. Ni yo supe decirle a Zolecio de qué documento hablaban. Hace un año supe que se trataba de un mástil de oro de tres kilos de una colecta en el 53 o 54 para hacerle un monumento a Eva Perón. Los militares se lo terminaron robando", indicó.
Sobre Reinhart la ex embajadora lanzó una frase impactante: "Para nosotros siempre fue Reinar (sic), resulta que ahora es Reijnart (arrastrando la jota). Reinhart se daba fuerza para torturar tomando whisky".
Más adelante en su relato, recordó que “en General Pico, un grupo de abogados prometió que pagándoles 2.000 pesos nos sacaban de la cárcel. Nadie pagó, excepto una persona que quedó libre" y recordó que n un momento por problemas de salud debió ser atendida; pero no la trasladaron al hospital ni a las clínicas privadas porque "hubiera sido un escándalo" tratándose de la hija del gobernador. La derivaron a la Unidad 13. "No tenía una sola parte del cuerpo sin moretones. Había perdido 10 kilos en cinco horas", detalló. Ricardo Felgueras (médico y luego diputado nacional del radicalismo), un amigo suyo, no la quiso recibir. "Llorando le dije: Coco, recibime, porque ahora se acaban las torturas". Y la recibió.
Mireya habló de su salida de Devoto, "éramos 28 mujeres y el agua caliente alcanzaba para siete; si alguien cree que eso no es una tortura, que la vaya a pasar", argumentó, y agregó que el día de su liberación la pasearon toda la madrugada en un vehículo. Ella sólo llevaba una Biblia. Padeció tres simulacros de fusilamiento. Al final la dejaron llamar a un amigo de Buenos Aires y la subieron a un taxi ("pensé que me habían boleta"). Como vio el decreto con su orden de libertad y en el mismo texto aparecía el nombre de Nelson Nicoletti, le avisó a su marido, Víctor Vlasich, para que los familiares del periodista vayan a buscarlo al penal de Rawson.
Sobre las torturas a su hermano, recordó que a él “le pegaron tanto, tanto" en los 35 días que estuvo detenido, y señaló como sus golpeadores a Cenizo, Gualpas y "El Miseria" López. “Estaban todos, y algunos faltan. Aguilera se me acercó y sentí su aliento en la nuca. Me dijo: "qué linda que estás". Todavía hoy se me revuelve el estómago.
Asimismo, en una parte de su testimonio, Regazzoli indicó que “los militares no salen a hacerse cargo de un gobierno si los civiles no van a golpear las puertas", y entregó al tribunal una copia del decreto reservado 76 del 6 de abril de 1976, en el que se nombra al actual gobernador Oscar Mario Jorge como director del Banco de La Pampa, apenas 13 días después del golpe militar que derrocó a su padre en la gobernación. También incluye otras designaciones.
"Jorge había sido contador general de la Gobernación y Molteni, ministro de Gobierno, y el 6 de abril ya estaban jurando por el Proceso de Reorganización Nacional", remarcó indignada la testigo y agregó que el entonces vicegobernador Ruben Marín “se reunía con Camps”.
Cuando regresó a Santa Rosa a fines de 1976, le ordenaron presentarse ante el jefe de la Subzona 14, Fabio Iriart, quien abrió un cajón, le mostró cuatro carpetas y le dijo que leyera. "Estaban las cinco firmas que llevaron a mi detención porque según ellos era una guerrillera peligrosa (sic). Yo las conocía. Eran reales, no falsificadas". ¿Los nombres? María Elena Torales, la tía Nené (asesora política del gobierno regazzolista), Rubén Hugo Marín (vicegobernador), Carlos Aragonés (diputado nacional), Ricardo Telleriarte (futuro gobernador del proceso militar) y Ricardo Enrique Del Blanco (diputado provincial).
"Nunca entendí lo de la tía Nené y lo del Del Blanco. Tampoco lo de Telleriarte, porque éramos compañeros en el bachillerato nocturno y nuestro hijos iban juntos al colegio. Y Marín, tanto daño le hizo a la familia...No pudieron ser tan irresponsables. Camps se reunía semanalmente en la Legislatura con Marín, Aragonés y Torales. Ellos proporcionaron los nombres de quiénes debían ir presos. Algunos se salvaron, como (Oscar) 'Sangre' Santamarina y La Negra Alvarado", acusó.
"Los civiles fueron tan responsables como los militares y esta cúpula policial que fue entrenada para torturar, vejar y amilanar a los funcionarios del gobierno de mi padre", concluyó, una denuncia sobre los colaboracionistas civiles que ella misma ha presentado en la justicia federal porteña. La causa abierta que está a cargo del juez Daniel Rafecas.
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