Otra de las ex alumnas de la Tecnológica que declaró fue Graciela Espósito, quien dijo que los represores “no estuvieran” en la sala. Fue la primera mujer que llegó a las celdas de la Seccional Primera de Santa Rosa. Allí estuvo durante 14 días y supone que por algún contacto sus tíos de la capital supieron donde estaba y le llevaron provisiones. Luego llegaron Gancedo, Rivoira, Barabaschi y Audisio, entre otros.
La mujer contó que no la torturaron y que sólo la interrogaron una sola vez. Ella fue detenida apenas producido el golpe de Estado del 24 de marzo del 76 cuando estaba en la casa de Ricardo Calvo junto a Walter Neher y Carlos Llinás. "Fue un operativo impresionante, intimidante, con tanquetas y ametralladoras. Lo detuvieron a Calvo, nos preguntaron el nombre, miraron una lista, y nos dijeron vengan", afirmó Espósito.
"Yo estaba muy mal, lloraba mucho, tenía miedo de noche, porque era difícil por las torturas, los aullidos de dolor eran desgarradores. Estar de noche ahí escuchando como torturaban era muy difícil", afirmó, y recordó que eso la llevó a pedir somníferos para poder conciliar el sueño.
"Apareció un médico a verme, estaba con Baraldini, este doctor iba por Mireya y averiguó quién era mi familia y me atendió. Era (Juan Héctor) Savioli, y me dio pastillas para dormir. Savioli pasaba, no diariamente, pero sí pasaba", recordó.
Espósito al salir quedó con libertad vigilada en la localidad donde vivía su familia, Quemú Quemú, no pudo seguir sus estudios, se quedó sin trabajo y debía avisar cada vez que se iba de la localidad. "Cortaron una vida", dijo. Aunque años después pudo recibirse de docente.
La mujer contó que no la torturaron y que sólo la interrogaron una sola vez. Ella fue detenida apenas producido el golpe de Estado del 24 de marzo del 76 cuando estaba en la casa de Ricardo Calvo junto a Walter Neher y Carlos Llinás. "Fue un operativo impresionante, intimidante, con tanquetas y ametralladoras. Lo detuvieron a Calvo, nos preguntaron el nombre, miraron una lista, y nos dijeron vengan", afirmó Espósito.
"Yo estaba muy mal, lloraba mucho, tenía miedo de noche, porque era difícil por las torturas, los aullidos de dolor eran desgarradores. Estar de noche ahí escuchando como torturaban era muy difícil", afirmó, y recordó que eso la llevó a pedir somníferos para poder conciliar el sueño.
"Apareció un médico a verme, estaba con Baraldini, este doctor iba por Mireya y averiguó quién era mi familia y me atendió. Era (Juan Héctor) Savioli, y me dio pastillas para dormir. Savioli pasaba, no diariamente, pero sí pasaba", recordó.
Espósito al salir quedó con libertad vigilada en la localidad donde vivía su familia, Quemú Quemú, no pudo seguir sus estudios, se quedó sin trabajo y debía avisar cada vez que se iba de la localidad. "Cortaron una vida", dijo. Aunque años después pudo recibirse de docente.
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