Este jueves llegó la pulsera electrónica. A las 14.30 horas dejó la Colonia Penal 4 y el represor se fue a la casa de su hija, en arresto domiciliario. Está acusado de 214 crímenes de lesa humanidad.
El Tribunal Oral Federal confirmó a El Diario que este jueves el exjefe de la Policía de La Pampa durante la dictadura, Luis Baraldini, dejó la cárcel y pasó a cumplir arresto domiciliario en la casa de su hija, Sandra, en Santa Rosa. Le colocaron una pulsera electrónica, para vilgar que cumpla la medida.
El TOF había admitido en la semana er un recurso de casación presentado por las querellas en el juicio de la Subzona 14 II contra el arresto domiciliario otorgado por los mismos miembros del organismo al exjefe de la Policía de La Pampa en la última dictadura Luis Baraldini. El beneficio, a pesar de la interpretación que hacían los abogados del Movimiento Pampeano por los Derechos Humanos, no se suspendió.
Baraldini estaba esperando que llegue la pulsera electrónica para dejar la cárcel e irse a la casa de una hija. Llegó este jueves. De todos modos, el recurso de las querellas será analizado por la Cámara de Casación, que eventualmente podría expedirse y revertir el beneficio. El pasado 22 de septiembre el TOF otorgó el arresto domiciliario a Baraldini porque tiene más de 70 años. Dispuso que le coloquen una pulsera electrónica para controlar el cumplimiento.
El represor está acusado por 214 delitos de lesa humanidad durante la última dictadura en La Pampa en el juicio de la subzona 14 II. Está siendo juzgado por asociación ilícita, genocidio, secuestros y torturas de 214 víctimas en el juicio de la Subzona 14 II. Los jueces impusieron como condición del arresto domiciliario que Baraldini debe permanecer en la vivienda de su hija, Sandra, garante del arresto domiciliario, y utilizar una pulsera electrónica para controlar el cumplimiento de la medida.
La resolución lleva la firma del presidente del tribunal, Marcos Aguerrido, y el juez José Mario Tripputi. El juez Pablo Díaz Lacava votó en disidencia porque consideró que no está firme el fallo de Casación que le otorgó el beneficio del arresto domiciliario porque tiene más de 70 años.
Baraldini, de 79 años, salió de prisión a partir del arribo del dispositivo electrónico que envió el Ministerio de Seguridad de la Nación. Mientras tanto, el segundo juicio a los represores pampeanos continuará y se prevé que concluirá a mediados del año próximo.
El TOF y la Cámara de Bahía Blanca habían rechazado a fines del año pasado el pedido de arresto domiciliario. Pero el pasado 28 de junio la Sala III de la Cámara de Casación Penal firmó la resolución 607/17 haciendo lugar a un recurso interpuesto por la defensa de Baraldini y anuló esa decisión. El fiscal general de esa Cámara, Javier Augusto De Luca, interpuso un recurso extraordinario contra ese pronunciamiento. Sin embargo, el pasado 13 de septiembre los jueces Eduardo Rafael Riggi, Juan Carlos Gemignani y Carlos Alberto Mahiques lo declararon inadmisible y le pidieron al TOF que “dicte un nuevo pronunciamiento con ajuste a las consideraciones efectuadas”.
Ante ese panorama, el TOF sacó la resolución otorgando finalmente el arresto domiciliario. Los jueces Aguerrido y Tripputi interpretaron que no tenían posibilidad de hacer otra cosa. Sin embargo, el juez Pablo Díaz Lacava votó en disidencia, al entender que todavía queda la posibilidad de elevar un recurso de queja a la Corte Suprema de Justicia para intentar invalidar el beneficio a Baraldini.
Baraldini fue indagado en el juicio el psado 14 de setiembre.“La Policía vigilaba y cuidaba a los pampeanos, estoy orgulloso de ellos”, reivindicó a sus compañeros de causa.Había evitado el primer juicio, el de 2010, prófugo en Bolivia. Allí fue capturado en vísperas de la Navidad de 2011.
“En los cuatro años de jefe, nadie, ningún detenido, absolutamente, hizo una denuncia ante un juez. Y el Superior Tribunal y los jueces funcionaban”, declaró, suelto de cuerpo, en la indagatoria. Reconoció que había detenidos en la comisaría, bajo la Subzona 14, pero alegó que desconocía “cuánto tiempo” estaban allí. “Nunca nadie absolutamente hizo una denuncia”, insistió. “Pasaron los años y ahí surgió gente que dijo que había sufrido apremios”, rememoró, respecto a la época de la recuperación de la democracia.
“Yo tenía todas las seguridades para que eso no ocurra. Había médicos que revisaban diariamente a los detenidos, hay planillas diarias que me llegaban. Nunca nadie me dijo ’tengo una cicatriz que me hizo un agente o alguien de la Policía’. Y yo recorría, y recorría bastante, y la Policía vigilaba y cuidaba a los pampeanos. Ellos se ponían los borceguíes y arriesgaban la vida por los pampeanos. Yo me sentía reconfortado por eso. Estoy orgulloso de ellos”, enfatizó.
“Yo tenía una obligación moral con todos los pampeanos”, afirmó, y recordó que tuvo un hijo en suelo pampeano y su suegro era de esta provincia. “No hubo ni un desaparecido, ni un atentado explosivo, ni un contrabando de bebés como había en otras provincias. La Pampa era una provincia tranquila”, completó.